A la derecha de si misma

A la derecha de si misma

domingo, 22 de abril de 2012



La Libélula enferma en su laberinto.

Hoy volví a casa casi sobre mis viejos pasos. Recostada sobre las fraguas,
recordé sin querer un rostro diez años atrás.
Sobre un laberinto acunamos los días.
El minotauro estaba profundamente dormido y soñaba a ratos que unas piernas jóvenes
le desafiaban. Aún duerme, su respiración es tan suave
que solo los niños no nacidos pueden oírla.
Silencio entre las ramas silbando cánticos políticos, protestas y protestas
buceando a través de su saliva en erupción.

Como de un salto se sueltan las nubes, truenos y relámpagos despiertan los ojos de esa bestia milenaria.
No es posible, mi rostro, diez años adelante, aun sigue perdido entre las rosas del laberinto.
Debo esconderme bien, o moriré descuartizada en gajos de naranja amarga
bajo el yugo feroz de sus cuernos y sus patas. Teseo no está...
Menudo desastre. El vestido de terciopelo negro esta completamente echo trizas por las ramas y las flores que odian a las libélulas enfermas.
EXIT... es fugaz como el verde azulado de los campos.
SORTIE...podría ser allí, detrás de esas podridas granadas al otro lado del puente romano
más allá de las puertas de la ciudad cerrada.
Bajo las faldas cenicientas guardé las fustas y los látigos.
Por la mañana o al anochecer, domaré al fin al minotauro.
Soy la reina de mi laberinto infinito.

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